jueves, 28 de enero de 2016

El fracaso de la Unión Europea

En estos tiempos de zozobra dentro de la UE parece relativamente fácil hacer una crítica al modelo de esta Organización Internacional, sin embargo resulta obvio que el fracaso total se acerca debido, fundamentalmente, a la paulatina descomposición que está sufriendo. De un lado Inglaterra se plantea muy seriamente su salida, de otro partidos poco democráticos, antieuropeos y anticapitalistas (lo que viene a significar que no están de acuerdo con el libre mercado) se están posicionando en países como España, Grecia o Polonia, en unos casos de extrema izquierda y en otros de extremo conservadurismo cuyos objetivos y pensamientos no por ser de distinta ideología cambian, siendo sus prioridades los anteriormente mencionados para ambos. El extremismo, pues, gana enteros dentro de la UE, también en otros lugares como Francia, Austria, etc. La reciente crisis de los refugiados es otro ejemplo de la extrema debilidad de la UE, habiendo demostrado no saber gestionar una situación como esta, es más, existiendo países que legislan para “desvalijar”, no se me ocurre otro calificativo, a las personas que llegan con lo justo a dichos Estados, alegando para tamaña villanía que se usará para procurar su bienestar y mantenimiento, ignorando, de este modo, los más elementales Derechos Humanos y la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, del año 2000. Muchos de esos países eran precisamente los que criticaban a España por el control que se hacía de sus fronteras con África, es más, algunos no hace mucho, llegaron a afirmar que España no respetaba los Derechos Humanos de los terroristas etarras. Resulta curioso este detalle, justo ahora que el terrorismo islámico está sacando a relucir lo peor de algunas democracias como la Belga, precisamente el país que criticó a la Policía Nacional Española por hacer mucho menos de lo que están ahora haciendo ellos.
Pero con todo lo anterior, no es ni mucho menos lo peor, pues, lo mollar del asunto que hace que la UE se deslice por un tobogán que la llevará posiblemente a su colapso o incluso su desaparición o refundación, ya veremos, es la volatilización del Acuerdo Schengen por el que se suprimían las fronteras entre los países firmantes, permitiendo así, la libre circulación de personas, mercancías y capitales, además de la libertad de establecimiento de los ciudadanos europeos. Esta vuelta a la instauración de fronteras torpedea claramente el corazón de la UE como Organización, pues, es precisamente esta su verdadera esencia y razón de ser. Si se limita o elimina la libertad de circulación, el motivo por el que se estableció en su primigenia forma, allá en el año 1951 con la CECA, la UE habrá fracasado a todas luces.

La pregunta que cabe hacerse es ¿por qué está ocurriendo todo esto en la UE? Las respuestas como no puede ser de otro modo, son múltiples, pero las tres principales son: 1º. La asunción de exceso de competencias por parte de la Organización Internacional y cesión de una parte importante de soberanía de los Estados Miembros, algo a lo que no están dispuestos muchos de esos Estados y que, aunque en su momento lo aceptasen, debido al cambiante signo de los gobiernos y de las circunstancias políticas, económicas y sociales, hace que les sea apetecible, a dichos Estados, recuperarlas. 2º. El Tratado de Lisboa. Este tratado nació de por sí viciado, ya que introdujo por la puerta de atrás la Constitución Non Nata de la UE, una constitución que fue rechazada por Francia y Países Bajos y que, puesto que no se pudo aprobarse por las buenas, se aprobó por las malas con el Tratado de Lisboa, saltándose la legalidad vigente y la decisión de una buena parte de los ciudadanos de la UE. 3º. La falta de democracia interna de las Instituciones Europeas y de la Organización en general. Parece poco probable que un “Estado de Estados” como pretende ser la UE, llegue jamás a ser democrático si el poder ejecutivo y el legislativo es compartido por diversas Instituciones, así el Poder Legislativo lo ostenta la Comisión, el Consejo y el Parlamento; el Poder Ejecutivo el Consejo de Europa, el Consejo y la Comisión. Afortunadamente el Poder Judicial lo tienen en exclusiva los Tribunales. Por tanto, sin una separación adecuada, difícilmente podremos hablar de una auténtica democracia, ni siquiera llegaríamos a poder hablar de la democracia semántica a la que se refería Karl Loewenstein. No en vano, en muchos ámbitos, y más concretamente la doctrina, mantiene que si la UE tuviese que entrar en la UE, no podría hacerlo, pues, es requisito indispensable ser un Estado democrático. Lo primero, Estado, no lo es afortunadamente, lo segundo, democráticos, mucho menos.