Determinadas
cosas en esta vida no necesitarían explicación, sin embargo, lo cierto es que
las personas más iletradas, incluso diría estultas, como yo, necesitamos
aclaración casi de todo. Por ello, cuando mi hermano Miguel me regaló ayer, en
la Nochebuena, esta pedazo de alegoría pensada y realizada por él mismo, yo,
como buen besugo de secano, le pregunté que qué significaba. Miguel, con
infinita paciencia, supongo, me contestó que era la representación de la
sociedad en la que vivimos (obvio, no se necesita ser muy inteligente para
verlo), continuó explicando que la esfera cual tablero de ajedrez era nuestro
mundo; que la mano que sujeta al individuo, representaba a la sociedad que lo dirige;
que la armadura representa los derechos de las personas que nos protegen de los
demás, pero que los brazos, aprisionados por ésta, significa que esos mismos
derechos también nos sujetan y, de algún modo, nos cohíben en nuestra libertad.
La falda con los colores de nuestro país, representan exactamente eso y el peón
asustado lo está porque va a ser comido por otro peón más fuerte que es el
individuo, es decir yo.
Emocionado, más
bien impresionado por semejante despliegue de inteligencia y clarividencia, no
he podido dejar de mirar y pensar en todas las connotaciones increíbles que
tiene esta fantástica alegoría. No obstante, sin atreverme, por supuesto, a
quitar el significado real que le ha dado su autor, he sacado mi propia
interpretación.
Sin duda la
esfera con forma de tablero de ajedrez representa el mundo, pero no todo el
mundo, nuestro mundo particular, el mundo en el que cada uno de nosotros
jugamos, ese mundo al que solo nosotros tenemos acceso y que nos puede afectar
directamente; El brazo, no es el brazo de la sociedad, es la mano que nos
dirige, el poder oculto en las sombras que hace y deshace lo que quiere cuando
y como quiere, léase masones o cualquier otro lobbies de poder, no solo ya a nivel económico como la banca, sino
a más bajo nivel como la prensa, los actores y otros tantos que tratan de
manipularnos y que de hecho lo consiguen, porque en el fondo no somos más que
unos borregos con forma de peón y ellos los caballos, alfiles e incluso reyes y
reinas; la armadura y el yelmo…, esa coraza es, quizá, lo más representativo. No
representa, para mí, los derechos, representa la Ley, las normas, no solo las
estatales, sino también las normas que nosotros mismos nos imponemos y que, sin
duda, sirven para protegernos del exterior, pero que también nos encorsetan y
nos impiden actuar con libertad, porque un estudiante de Derecho, un liberal
convencido como yo, no puede dejar de revelarse una y otra vez ante tan cruel
destino elegido por la mayoría de sus compatriotas, un destino cruel donde las
normas emanadas de la más rancia izquierda se imponen por la fuerza al derecho
indiscutible de todo ser humano de decidir cuál ha de ser su destino, su
futuro. Su derecho a decidir a ser mejor en la vida o ser peor, ese derecho que
la izquierda nos ha quitado al tratar de hacernos a todos iguales, cuando no
los somos, porque no puede ser lo mismo el que se levanta a las 6 de la mañana
para trabajar hasta que se hace de noche, que el que trabaja de 9 a 3, o el que
se pasa el día tumbado en el sofá; el color de la falda-bandera, es obvio que
representa el país, en este caso el nuestro, ese país que crea esas leyes
protectoras (recordemos a Nietzsche: Es
la sobreprotección los que nos conduce a lo monstruoso y decadente); Creo
que es de destacar también el fondo del dibujo, pues es bastante relevante para
mí. Creo que representa el vacío, la soledad, la nada. El lugar de dónde
venimos y al que vamos, de hecho, diría más, el modo en el que estamos… solos,
simple y llanamente es la nada y por ello representa nuestra soledad, rodeados
de otros peones, caballos y alfiles, pero más allá, la soledad y nada más que
soledad; En el dibujo no se ve pero al pie de éste viene el título y dice “La
sociedad titiritera”, se trata de un título muy apropiado que nos debería hacer
reflexionar sobre qué es lo que queremos ser en este mundo: títeres (peones
manipulados por el intervencionismo estatal dirigido por la rancia y decadente
izquierda) o personas con capacidad de decisión (aquello por lo que ha luchado
el ser humano durante siglos y que tiene que ver con la libertad, no la
libertad mal entendida de Pablo Iglesias y otros que significa la represión y
el adoctrinamiento, sino la libertad del individuo, el libre albedrío que nos
otorgó el mismísimo Dios, por el hecho de ser hombres); finalmente, no creo que
el peón más cercano al caballero que me representa, esté asustado, sinceramente
pienso que lo que le sucede es que está fascinado por mi belleza y mi increíble
y maravilloso porte.
Y este es, pues,
el pensamiento navideño que he tenido hoy, gracias a la magnífica alegoría de
nuestra sociedad, realizado por mi querido y admirado hermano Miguel.
¡Feliz Navidad
amigos!