jueves, 17 de enero de 2013

¡Dios, que buen vasallo, si tuviese buen señor!


Solemne título el de este post proveniente del Poema del Mio Cid. Como es sabido podemos sacar esta célebre frase, dicha por un súbdito de la corona, cuando el bueno de Rodrigo Díaz de Vivar llega a Burgos tras su destierro.

¿Pero esto es así realmente? Es cierto que los gobernantes de España, en líneas generales, son y han sido, más bien, de baja estofa. ¿Pero eso quiere decir que el súbdito no lo es? ¿Significa que el pueblo es y siempre ha sido bueno?

Voy a tratar de razonar este pensamiento, no por estar de acuerdo con uno u otro, sino a modo de ensayo con el fin de dilucidar de algún modo, de la forma más sucinta que pueda, estos dos hechos. 1º. El problema de España han sido siempre sus gobernantes. 2º. Podría ser que también la población tuviese algo de culpa o incluso más que los primeros.
 

De forma excepcional nos indica algo que resulta obvio, para cualquier ser por muy iletrado que éste sea, José Manuel Otero Novas en su excepcional obra “El retorno de los Césares” de la que ya hablé en alguna ocasión en mi tristemente extinguido blog llamado “De política y otras cosas”. Afirma en la página 54 de su obra: Desgraciado país que entrega el poder a gobernantes que, ignorando la historia, no se preocupan de conocerla. En esta frase, de algún modo, parafrasea a Cicerón, con la salvedad de que éste lo hace extensible a todo ser humano. Pero volvamos a lo que nos ocupa. El mismo autor en la misma obra un poco más adelante nos dice: Lo que yo aporto en esta obra es que esas decisiones libres de los hombres (Está hablando de un comentario hecho en el “Manual de Historia de las Teorías Políticas, de Fernando Prieto”) construyendo nuestra historia, no se producen sobre páginas en blanco, sino que se mueven, con márgenes de libertad amplios pero no infinitos, dentro de unas tendencias cíclicas que nos vienen dadas por leyes de la naturaleza, y que por ello, porque se han dado (como tendencias) numerosas veces a lo largo de la historia, podemos conocer el abanico de resultados que pueden generarse cuando los distintos tipos de decisiones nuestras, se ponen en contacto con las tendencias de la época.

Básicamente y concretando, lo que nos dice José Manuel Otero Novas, insigne político español de la reciente transición, es que es preciso conocer la historia como afirma Cicerón para saber qué va a suceder en el futuro, pues, la historia es cíclica y por tanto se repite. Y como muestra un botón. Nos cuenta Luis de Armiñan en su obra Hoja de servicios del soldado Cervantes, que un capitán llamado Barahona, en el año 1562 escribió una carta a su Rey, el de España obviamente, y por aquél entonces de medio mundo, y entre otras cosas afirmaba lo siguiente:

Válame Dios —dice el capitán Barahona (1562) en carta dirigida al Rey —, ¿qué puede ser que siendo los españoles de su natura la gente más robusta, más belicosa y más en codicia de honra de todos, la veamos ahora la más amiga de holgarse? Yo vos diré. Hanse quitado la honra y el premio a los virtuosos y valientes y dádola a los viciosos y cobardes. Nunca más desearon honra los españoles que ahora; pero viendo que no anda ya con la virtud, la buscan con los vicios pintándose, procurando favor y huyendo de los peligros… Cuando Dios quiere castigar a un pueblo, priva de juicio a sus gobernadores.

Ojo, que el tal capitán escribe y se refiere, entre otros, a Felipe II, no a Fernando VII ni a Zapatero. Lo que nos hace comprender muy a las claras la primera cuestión: Los gobernantes de España siempre han sido malos o muy malos, salvo escasas excepciones.

Veamos el segundo supuesto donde es el pueblo el posible segundo culpable de la permanente inestabilidad política del país:

Como primer argumento pondré los hechos más destacables de los últimos dos siglos de España:

-1808, Estatuto de Bayona: Con razón o sin ella el pueblo y la mayoría de los políticos no estaban de acuerdo con él.

-1812, Constitución de 1812 (La Pepa): El pueblo reclama a “El deseado” Fernando VII quien se encarga de tumbar la recién creada Constitución.

-1834, Estatuto Real de Isabel II: Primer paso para acabar con el Antiguo Régimen, pero insuficiente y no convence ni a políticos ni al pueblo.

-1837, 2º Constitución: Constitución liberal doctrinaria que no termina de convencer a nadie.

-1845, 3º Constitución: Constitución menos liberal y más conservadora con la que tampoco parece comulgar nadie.

-1856, Constitución non nata: No llega ni a nacer.

-1869, 4º Constitución: la más democrática de todas hasta la fecha, pero apenas dura un suspiro el gobierno, se desintegra y en 1873 se proclama la 1º República que dura 11 meses con 4 Presidentes distintos con un proyecto de Constitución Federal que no llega a ver la luz.

-1876, 5º Constitución: Constitución que trata por todos los medios de contentar a todos aún haciendo trampas en las elecciones y con un turno de partidos más bien poco democrático. Sin duda la más larga, casi 50 años, pero al final nadie terminó contento.

-1923 Dictadura de Primo de Rivera: Lógicamente nadie contento.

-1931, 6º Constitución y II República: Nadie contento ya que los de un lado y otro se enfrentaban incluso en las calles con arma en mano, las consecuencias del enfrentamiento político en el Parlamento se extiende a las calles, con represión, ajustes de cuentas, muertos por ideología opuesta, restricción de derechos y libertades permanente por medio del los estados de Alarma y excepción.

-1936, Dictadura de Franco: Como consecuencia del descontento hay un alzamiento militar, una guerra civil y una dictadura que derroca a la II República.

-1978, 7ª Constitución: La actual que no está muy claro cuánto durará, pues ya hay voces que se alzan pidiendo una modificación tan profunda que significaría su indiscutible caída y el advenimiento de a saber qué.

Conclusión: Resulta evidente que es absolutamente imposible que tanto cambió, tanto vaivén político y tantas revueltas fuesen única y exclusivamente consecuencia de los políticos, si bien es indiscutible que en muchas ocasiones lo hicieron mal, no es menos cierto que en muchas otras lo trataron, al menos, de hacer bien y tampoco funcionó. Los políticos sí, pero el pueblo también es culpable de los males endémicos de la maltratada Patria.

Si el Estatuto de Bayona cayó, no fue por otra causa que porque el pueblo se levantó en armas contra el invasor francés; si la Constitución de 1812 cayó, fue porque el pueblo pidió a gritos el regreso de quién a no tardar mucho pasó de “El deseado” al “Odiado”; Si las demás constituciones fueron cayendo también, fue porque unos seguían los intereses de otros o estaban en contra; Si la de 1931, posiblemente la mejor de todas las Constituciones españolas o cuando menos a la altura de la actual, también fue tumbada, no fue solo por el enfrentamiento político, sino que además y sobre todo por el enfrentamiento civil previo a la guerra. Si la Constitución actual de 1978 es liquidada, será indiscutiblemente, porque no la habremos defendido lo suficiente.

Si hay algo que me repugna o más bien aterra hoy en día, pues antes la información no estaba tan al alcance de la mano como ahora, es oír a muchos indocumentados que van por ahí criticando todo el sistema democrático que hemos levantado con tanto esfuerzo. No tienen prejuicios en atacar al Tribunal Constitucional, no tienen inconvenientes en ciscarse en el Tribunal Supremo, en el Congreso de los Diputados o en el Senado, no tienen remilgos a la hora de echar pestes de nuestra Carta Magna. ¿Y saben lo preocupante? Lo preocupante, lo grave, es que ni conocen la Constitución porque no la han leído, ni conocen el funcionamiento ni los motivos que pueden llevar a actuar de un modo u otro a los órganos anteriormente mencionados.

Lo tétrico, lo verdaderamente peligroso y horrendo es que fue precisamente así, en medio de una crisis brutal alemana y con indocumentados como de los que hablo en España, que subieron democráticamente al poder a Hitler. Eso, señores, eso es lo que me aterra.