Solemne
título el de este post proveniente del Poema del Mio Cid. Como es sabido
podemos sacar esta célebre frase, dicha por un súbdito de la corona, cuando el
bueno de Rodrigo Díaz de Vivar llega a Burgos tras su destierro.
¿Pero esto
es así realmente? Es cierto que los gobernantes de España, en líneas generales,
son y han sido, más bien, de baja estofa. ¿Pero eso quiere decir que el súbdito
no lo es? ¿Significa que el pueblo es y siempre ha sido bueno?
Voy a tratar
de razonar este pensamiento, no por estar de acuerdo con uno u otro, sino a
modo de ensayo con el fin de dilucidar de algún modo, de la forma más sucinta
que pueda, estos dos hechos. 1º. El problema de España han sido siempre sus
gobernantes. 2º. Podría ser que también la población tuviese algo de culpa o
incluso más que los primeros.
De forma
excepcional nos indica algo que resulta obvio, para cualquier ser por muy
iletrado que éste sea, José Manuel Otero Novas en su excepcional obra “El
retorno de los Césares” de la que ya hablé en alguna ocasión en mi tristemente
extinguido blog llamado “De política y otras cosas”. Afirma en la página 54 de
su obra: Desgraciado país que entrega el
poder a gobernantes que, ignorando la historia, no se preocupan de conocerla.
En esta frase, de algún modo, parafrasea a Cicerón, con la salvedad de que éste
lo hace extensible a todo ser humano. Pero volvamos a lo que nos ocupa. El
mismo autor en la misma obra un poco más adelante nos dice: Lo que yo aporto en esta obra es que esas
decisiones libres de los hombres (Está hablando de un comentario hecho en
el “Manual de Historia de las Teorías Políticas, de Fernando Prieto”) construyendo nuestra historia, no se
producen sobre páginas en blanco, sino que se mueven, con márgenes de libertad
amplios pero no infinitos, dentro de unas tendencias cíclicas que nos vienen
dadas por leyes de la naturaleza, y que por ello, porque se han dado (como
tendencias) numerosas veces a lo largo de la historia, podemos conocer el
abanico de resultados que pueden generarse cuando los distintos tipos de
decisiones nuestras, se ponen en contacto con las tendencias de la época.
Básicamente
y concretando, lo que nos dice José Manuel Otero Novas, insigne político
español de la reciente transición, es que es preciso conocer la historia como
afirma Cicerón para saber qué va a suceder en el futuro, pues, la historia es
cíclica y por tanto se repite. Y como muestra un botón. Nos cuenta Luis de
Armiñan en su obra Hoja de servicios del
soldado Cervantes, que un capitán llamado Barahona, en el año 1562 escribió
una carta a su Rey, el de España obviamente, y por aquél entonces de medio
mundo, y entre otras cosas afirmaba lo siguiente:
Válame Dios —dice el capitán Barahona (1562) en carta
dirigida al Rey —, ¿qué puede ser que siendo los españoles de su natura la
gente más robusta, más belicosa y más en codicia de honra de todos, la veamos
ahora la más amiga de holgarse? Yo vos diré. Hanse quitado la honra y el premio
a los virtuosos y valientes y dádola a los viciosos y cobardes. Nunca más
desearon honra los españoles que ahora; pero viendo que no anda ya con la
virtud, la buscan con los vicios pintándose, procurando favor y huyendo de los
peligros… Cuando Dios quiere castigar a un pueblo, priva de juicio a sus
gobernadores.
Ojo, que el
tal capitán escribe y se refiere, entre otros, a Felipe II, no a Fernando VII
ni a Zapatero. Lo que nos hace comprender muy a las claras la primera cuestión:
Los gobernantes de España siempre han sido malos o muy malos, salvo escasas
excepciones.
Veamos el
segundo supuesto donde es el pueblo el posible segundo culpable de la
permanente inestabilidad política del país:
Como primer
argumento pondré los hechos más destacables de los últimos dos siglos de
España:
-1808,
Estatuto de Bayona: Con razón o sin ella el pueblo y la mayoría de los políticos
no estaban de acuerdo con él.
-1812,
Constitución de 1812 (La Pepa): El pueblo reclama a “El deseado” Fernando VII
quien se encarga de tumbar la recién creada Constitución.
-1834,
Estatuto Real de Isabel II: Primer paso para acabar con el Antiguo Régimen,
pero insuficiente y no convence ni a políticos ni al pueblo.
-1837, 2º
Constitución: Constitución liberal doctrinaria que no termina de convencer a
nadie.
-1845, 3º
Constitución: Constitución menos liberal y más conservadora con la que tampoco parece
comulgar nadie.
-1856,
Constitución non nata: No llega ni a
nacer.
-1869, 4º
Constitución: la más democrática de todas hasta la fecha, pero apenas dura un
suspiro el gobierno, se desintegra y en 1873 se proclama la 1º República que
dura 11 meses con 4 Presidentes distintos con un proyecto de Constitución
Federal que no llega a ver la luz.
-1876, 5º
Constitución: Constitución que trata por todos los medios de contentar a todos
aún haciendo trampas en las elecciones y con un turno de partidos más bien poco
democrático. Sin duda la más larga, casi 50 años, pero al final nadie terminó
contento.
-1923
Dictadura de Primo de Rivera: Lógicamente nadie contento.
-1931, 6º
Constitución y II República: Nadie contento ya que los de un lado y otro se
enfrentaban incluso en las calles con arma en mano, las consecuencias del
enfrentamiento político en el Parlamento se extiende a las calles, con
represión, ajustes de cuentas, muertos por ideología opuesta, restricción de
derechos y libertades permanente por medio del los estados de Alarma y
excepción.
-1936,
Dictadura de Franco: Como consecuencia del descontento hay un alzamiento
militar, una guerra civil y una dictadura que derroca a la II República.
-1978, 7ª
Constitución: La actual que no está muy claro cuánto durará, pues ya hay voces
que se alzan pidiendo una modificación tan profunda que significaría su
indiscutible caída y el advenimiento de a saber qué.
Conclusión:
Resulta evidente que es absolutamente imposible que tanto cambió, tanto vaivén
político y tantas revueltas fuesen única y exclusivamente consecuencia de los
políticos, si bien es indiscutible que en muchas ocasiones lo hicieron mal, no
es menos cierto que en muchas otras lo trataron, al menos, de hacer bien y tampoco
funcionó. Los políticos sí, pero el pueblo también es culpable de los males
endémicos de la maltratada Patria.
Si el
Estatuto de Bayona cayó, no fue por otra causa que porque el pueblo se levantó
en armas contra el invasor francés; si la Constitución de 1812 cayó, fue porque
el pueblo pidió a gritos el regreso de quién a no tardar mucho pasó de “El
deseado” al “Odiado”; Si las demás constituciones fueron cayendo también, fue
porque unos seguían los intereses de otros o estaban en contra; Si la de 1931, posiblemente
la mejor de todas las Constituciones españolas o cuando menos a la altura de la
actual, también fue tumbada, no fue solo por el enfrentamiento político, sino
que además y sobre todo por el enfrentamiento civil previo a la guerra. Si la
Constitución actual de 1978 es liquidada, será indiscutiblemente, porque no la
habremos defendido lo suficiente.
Si hay algo
que me repugna o más bien aterra hoy en día, pues antes la información no
estaba tan al alcance de la mano como ahora, es oír a muchos indocumentados que
van por ahí criticando todo el sistema democrático que hemos levantado con
tanto esfuerzo. No tienen prejuicios en atacar al Tribunal Constitucional, no
tienen inconvenientes en ciscarse en el Tribunal Supremo, en el Congreso de los
Diputados o en el Senado, no tienen remilgos a la hora de echar pestes de
nuestra Carta Magna. ¿Y saben lo preocupante? Lo preocupante, lo grave, es que
ni conocen la Constitución porque no la han leído, ni conocen el funcionamiento
ni los motivos que pueden llevar a actuar de un modo u otro a los órganos
anteriormente mencionados.
Lo tétrico,
lo verdaderamente peligroso y horrendo es que fue precisamente así, en medio de
una crisis brutal alemana y con indocumentados como de los que hablo en España,
que subieron democráticamente al poder a Hitler. Eso, señores, eso es lo que me
aterra.