Viene siendo habitual,
en los últimos tiempos, que algunos miembros de la sociedad hagan valoraciones
gratuitas y más bien poco razonadas, sobre la conveniencia o no de unas u otras
instituciones, algunas de estos miembros son la clase llana, los cuales en muchos casos son influenciados
directamente por las opiniones sesgadas en interesadas de determinados
políticos, periodistas y demás individuos con capacidad para influir en los
pensamientos de los más timoratos del país, este adjetivo, por desgracia,
alcanza a un gran número de personas dentro de la nación.
Se escucha
repetidamente, como si se tratase de un mantra, que si el Senado no sirve para
nada, que si las Diputaciones deberían desaparecer, que si el Tribunal
Constitucional está politizado y no tiene función alguna ya que hacen lo que
los políticos que les han situado allí les mandan…
En fin, barbaridad tras
barbaridad y una detrás de otra sin solución de continuidad. Como sigamos así,
terminamos como Artur Mas diciendo que lo que no es necesario es el propio
Estado o España más concretamente. Analicemos, pues, estas tres instituciones,
ya que hacerlo con otras que también suenan como prescindibles, tales como la
monarquía, nos llevaría toda una vida.
El
Senado. El Senado es
la Cámara de representación territorial. Art.69.1 CE. Esto quiere decir que
sin el Senado, las CCAA, las Provincias y sus municipios, no tendrían ni voz ni
voto. ¿Por qué? Muy fácil, porque España en un Estado regional, como ya hemos
aclarado en otro post de este mismo blog, y por tanto al no ser un estado
unitario o simple no es práctico ni útil un Estado unicameral ya que de este
modo, como ya he dicho, los distintos territorios del país no tendrían
representación en las Cortes y aunque se pudiese articular un sistema, no sería
ni mucho menos optimo, sería preferible modificar el estado regional a estado
unitario. Algo imposible hoy por hoy y por lo demás más bien poco probable en
un futuro.
Otra cosa bien distinta
es si se debe modificar el sistema de elección de los Senadores, ahí hay mucha
tela que cortar y quizás yo podría estar de acuerdo con esa posible
modificación. Ahora bien, el Senado es imprescindible para el correcto
funcionamiento de un país articulado territorialmente como el nuestro.
Las
Diputaciones Provinciales. Digo yo, que si hubiese que
eliminar alguna administración debería ser la de las Comunidades Autónomas y no
las provinciales ya que estas últimas son muy anteriores, cronológicamente
hablando datan del 1812, y superior en cuanto a importancia para el ciudadano
ya que La provincia es una entidad local
con personalidad jurídica propia, determinada por la agrupación de municipios y
división territorial para el cumplimiento de las actividades del Estado.
Art. 141.1 CE. O lo que es lo mismo, el ayuntamiento y la provincia han de ser
los más cercanos al ciudadano y de hecho lo son. Por tanto son
indiscutiblemente las que solucionan realmente los problemas de los individuos.
Pero al margen de todo esto, y sin pretensión de eliminar a ninguna de las
instituciones, la provincia es necesaria entre otras cosas porque son las que
verdaderamente representan al ciudadano y las que velan por el cumplimiento de
los intereses de éstos. ¿Dónde? En el Senado, naturalmente: En cada provincia se elegirán cuatro
Senadores por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto por los
votantes de cada una de ellas, en los términos que señale una Ley Orgánica.
Art.69.2 CE. Por tanto, queda claro que el Senado es imprescindible para que
los Senadores elegidos en las Provincias, y en las CCAA, puedan trasladar a las
Cortes Generales las necesidades, inquietudes y problemas de los ciudadanos. De
otro modo la distancia entre el pueblo y los Poderes del Estado sería
inalcanzable. Ahora bien, otra cosa muy distinta es si es preciso modificar
ciertas partes del entramado de las diputaciones provinciales, eso es harina de
otro costal en el que no pienso meterme, al menos hoy.
El
Tribunal Constitucional. Quizás la discusión sobre el
Tribunal Constitucional sea lo más lacerante y sangrante de todas estas
cuestiones. ¿Pero quién demonios puede criticar a una institución cuya
legitimidad viene dada por el pueblo, Título IX de la CE, votada por éste por
mayoría? ¿Cómo es posible que individuos cuyo CI equivalente al de una gallina,
también son ciudadanos y su opinión cuenta igual que su voto, cómo es posible,
como digo, que éstos, algunos de la clase política, critiquen las decisiones de
unos Magistrados que, en general, son mejores que los demás? Porque un
Magistrado del TC es: Los miembros del
Tribunal Constitucional deberán ser nombrados entre Magistrados y Fiscales,
Profesores de Universidad, funcionarios públicos y abogados, todos ellos
juristas de reconocida competencia con más de quince años de ejercicio
profesional. Art. 159.2 CE. Esto es, no solo profesionales reconocidos y consagrados
sino que además ejercen una de las profesiones, por no decir la que más, más
complejas de alcanzar, la judicatura. ¿Y quién lo critica? Pues un político que
lo mismo no ha terminado ni la universidad, pienso en uno en concreto, o el
bachiller, pienso en una en concreto del mismo partido que el anterior. Otros,
en cambio, en su legítima ignorancia, no me refiero a políticos o periodistas
cuya ignorancia es inexcusable, afirman que el Tribunal Constitucional está
deslegitimizado por ser un estamento político, es decir, es elegido por los
políticos: El Tribunal Constitucional se
compone de 12 miembros nombrados por el Rey; de ellos, cuatro a propuesta del
Congreso por mayoría de tres quintos de sus miembros; cuatro a propuesta del
Senado, con idéntica mayoría; dos a propuesta del Gobierno y dos a propuesta
del Consejo General del Poder Judicial. Art. 159.1 CE. Lo cual, en cierto
modo es verdad, pero es que este tipo de tribunales han de ser así. Se da la
circunstancia que cuando Hans Kelsen definió al Tribunal Constitucional, el
mismo que tenemos casi todos los países continentales europeos, lo definió como
lo que es: Un ente jurisdiccional político. Pues naturalmente que ha de ser
político, pero al mismo tiempo independiente. A de ser político porque el modo
de evolución de una constitución ha de ir en función de la interpretación que
se haga por parte de los magistrados del TC de un artículo o de parte de éste,
será distinto en función del momento histórico que se viva, dependiendo de lo
que la mayoría vote para que les gobiernen así será lo que el país cree que es
justo y necesario para éste. Tan obvio y evidente como que tres más tres son
seis. Todo lo anterior no significa que no sea preciso pensar en modificar algo
del Tribunal Constitucional, es muy posible que así sea, pero plantear su
supresión es tan absurdo como pedir al Congreso que se eliminen los impuestos.
Concretando, lo único
que sobra en este país son idiotas y lenguaraces, que tenemos tantos como el
oro y la plata que se trajo España de las Américas, que decían que si se fundía,
con él se podría haber hecho un puente entre los dos continentes. Para que una institución
sea útil lo que hay que hacer es convertirla en funcional y operativa. Sin
duplicidades con otras instituciones, sin gastos inútiles, eliminando funciones
que nada tienen que ver con su verdadera utilidad y propósito primigenio, y
sobretodo y ante todo, han de ser un instrumente de mejora para el pueblo y en
ningún caso para políticos, amigos de éstos y demás chupópteros que suelen
vivir de y por esa institución. En definitiva, han de servir exclusivamente
para el fin con el que han sido creadas y nada más.
Si algo no funciona
bien lo que hay que hacer es arreglarlo, no creo que a nadie se le pase por la
cabeza tirar su coche al desguace por el hecho de haber pinchado una rueda,
digo yo que lo normal es arreglar la rueda y a seguir funcionando. Es más,
nadie tiraría tampoco la rueda, lo normal es arreglar el pinchazo y se acabó el
problema. Pongo esta analogía para que se pueda entender como algunos, como el
presidente de Cataluña, quieren tirar directamente el coche y otros como los
que dicen que no son necesarias determinadas instituciones, lo que quieren es
tirar la ruedas sin siquiera tratar de arreglar el pinchazo. No sé si me he
explicado amigos.
Sintetizar algo tan complejo en tan pocas palabras debería ser merecedor de algún premio. Enhorabuena, tu claridad es supina y gratificante. En España existen muchos probles, pero quizás el más importante es el de la estulticia que abunda por doquier.
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